Artista
convierte contenedor de basura en su vivienda
No hay nada
miserable en la vivienda de Gregory Kloehn en Brooklyn: un contenedor de basura
reciclado donde duermen cómodamente dos personas, se pueden hacer asados y
hasta tiene solárium propio, una contribución de este artista californiano al
movimiento por las casas minúsculas.
"En
la calle, cuando está todo cerrado, se puede pensar que es un contenedor de
basura", afirma Kloehn (42) al invitar a la AFP a conocer su refugio
urbano. "No saben que estoy aquí durmiendo... Incluso cuando la barbacoa
está prendida y se están asando alas de pollo la gente pasa de largo. No lo ven
como un hogar", explica.
Kloehn ya había convertido contenedores de transporte de carga
de 20 pies en viviendas pero luego se le ocurrió hacer lo mismo con un basurero
de metal común y corriente.
"Lo iba a hacer un poco más rústico al principio, pero
luego pensé: `Hagámoslo de verdad lujoso y habitable, realmente tomemos todo lo
que tiene una casa normal y metámoslo en este pequeño espacio", cuenta.
Kloehn,
que tiene una residencia más convencional en Oakland, California, ingresa a su
vivienda neoyorquina a través de una puerta holandesa con un minibar adjunto
muy bien surtido de whisky y vodka. A la derecha se ve la cocina con mesada de
granito, pileta, una cocina a gas, una heladera escondida y un extractor hecho
con un viejo wok. Al lado está el sofá acolchado, tapizado con vinilo negro,
con espacio de almacenamiento debajo de los asientos, y un baño conectado al
sistema de alcantarillado de la ciudad.
No hay espacio para mucho, pero basta girar una manivela para
levantar el techo y dejar a la vista un par de ventanas que proporcionan luz
natural y un bienvenido espacio sobre la cabeza. Soldada en el exterior está la
ducha y la barbacoa a gas. La electricidad proviene de cualquier enchufe que
esté cerca, algo que Kloehn denomina "vivir de la red de otro".
No es para todos.
Kloehn, descendiente del presidente estadounidense Abraham Lincoln, pagó unos
1.000 dólares por el contenedor y gastó otros 2.000 en acondicionarlo, casi
tanto como pagaría por un mes de alquiler en un estrecho monoambiente en
Manhattan.
En un país donde la superficie media de un hogar es de 240
metros cuadrados, las casas de 56 a 121 metros cuadrados llaman la atención,
sobre todo entre quienes buscan reducir su vivienda al jubilarse.
En Nueva York, el museo de la ciudad muestra un apartamento de
unos 30 metros cuadrados que presume de contar con todas las funciones de uno
del doble de su tamaño, e invita a unos pocos afortunados a comprobarlo pasando
allí una noche.
En casa grande, problemas grandes
No satisfecho con construirse su propia vivienda a partir de un
contenedor de basura, Gregory Kloehn aprovechó materiales diversos -una puerta
de heladera, madera de un naufragio, una cubierta de fibra de vidrio de una
camioneta- para crear una "casa de desechos" sobre ruedas para las
personas sin hogar. De regreso en Brooklyn, donde trabaja en una
"escultura interactiva" a partir de 4 contenedores, Kloehn sube a la
terraza de su refugio y echa una mirada a su barrio. Enfrente se ve el
abandonado aunque majestuoso almacén del New York Dock Company. Y más allá, el
blanco resplandeciente del transatlántico Queen Mary II que acaba de arribar a
la ciudad. "Cuanto más grande es la casa, mayores serán los
problemas", reflexiona Kloehn. "Hay más gastos, más cosas que pueden
romperse, más patio que cuidar". Y, se encoge de hombros, "al final
vas a llenarlo de basura".
Gregory Kloehn
Gregory Kloehn es un diseñador de California que, para no tener
que pagar alojamiento cuando viajaba por trabajo a Nueva York, se le ocurrió
comprar un contenedor de basura y hacerse una casa en Brooklyn. Kloehn equipó
el contenedor de tal manera que lo convirtió en una moderna vivienda, e hizo su
contribución al movimiento por las casas minúsculas que es tendencia en EE.UU.
Ryan Mitchell, que tiene un blog sobre diseño y construcción de casas
minúsculas, sostiene que cada vez más personas buscan reducir su vivienda.